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La nueva Yamaha MT-10 SP llega a nuestro mercado como la opción más lógica y atractiva para los amantes de la firma de los diapasones que buscan un modelo con genética racing pero con un mayor grado de comodidad y funcionalidad para usar en vías públicas. Con ello, Yamaha a musculado su versión estándar mediante una suspensión electrónica semiactiva Öhlins, un cambio semi-automático y display TFT a todo color, cuatro modos de conducción, y por supuesto, un esquema de colores exclusivo.
A continuación, en nuestra vídeo prueba, te contamos todo sobre ella, desde sus caracteristicas generales, pasando por su comportamiento, y por supuesto, que es lo que más nos ha gustado de ella.
Ya entrando de lleno en esas novedades que hacen más exclusiva a esta versión SP, lo primero que nos encontramos es su nuevo patrón de colores que la hermana directamente con la R1 M y que acentúa su carácter deportivo, teniendo también como exclusivo, el basculante en el propio color del metal y con un acabado lacado.
En cuanto a su nueva suspensión electrónica semiactiva Öhlins, compuesta de una horquilla NIX 30 con barras de 43 mm, y un amortiguador TTX 36 EC, juega un papel determinante en su comportamiento más deportivo y preciso, ya que su tarado puede variarse en dos configuraciones automáticas (A-1 más deportiva y A-2 más confortable) y tres manuales (M-1, M-2, M-3), teniendo en estas últimas la opción de regular tú mismo la compresión y rebote de horquilla y amortiguador desde el menú YRC Setting, llegando a tener un total de dos tarados predefinidos de fábrica y tres a tu gusto.
Otra novedad muy destacable es su nueva pantalla TFT a color, la cual cambia su visual dependiendo de la luz ambiental y contando con una pantalla exclusiva a modo de cronómetro donde poder ir registrando nuestros tiempos por vuelta si accedemos a circuito. En ella encontramos un gran volumen de información, desde los diferentes modos de conducción los cuales solo se pueden cambiar desde parado, la entrega de potencia, el control de tracción, tarado de la suspensión y activación o no del cambio semiautomático, y por supuesto, la información más estándar, como parciales, consumos, marcha engranada o el combustible entre otros. Todo ello, manejable de forma sencilla e intuitiva desde ambas piñas.
Para su mecánica, seguimos hablando del motor CP4 que Yamaha monta en la R1, aunque evidentemente, ajustado racionalmente en su potencia total así como en su forma de entregarla. Con ello, se obtienen 160 CV de potencia a 11.500 rpm, y 111 Nm de par motor a 9.000 rpm. Dicha potencia es más que de sobra para mover con soltura los 210 kg que pesa con todos sus líquidos, y es que el binomio motor-electrónica deriva en una entrega de potencia muy llena y lineal desde bajo régimen hasta la parte alta del cuenta, a la par que perfectamente dosificada, permitiendo gestionar curvas con mucha eficacia y rapidez. A ello se le une un exquisito embrague antirebote asistido cuyo accionado destaca enormemente por su suavidad y precisión, y que conjuga perfectamente con su adictivo cambio semiautomático para subir marchas que no hace más que incrementar las sensaciones deportivas.
Su efectivo chasis Deltabox de aluminio derivado directamente de la R1, en paralelo a su equipo de suspensiones de primer nivel, y una distancia ultracorte entre ejes, hace de la MT10 SP, una moto realmente ágil y maniobrable en secciones muy reviradas, pero de igual forma, nos topamos con una precisión y estabilidad en el paso por curva, sea rápida o lenta, digna de una superbike de última generación, hecho que la convierte en tu aliada perfecta tanto para un uso en carretera como en circuito.
Su equipo de frenos trabaja a la par del conjunto, y en este caso monta en su eje delantero un juego de discos de 320 mm con pinzas radiales de 4 pistones, y un solo disco de 220 mm con una única pinza de doble pistón, en ambos casos acompañados del sistema ABS de Bosch. Su accionado demuestra mucha potencia y buen tacto, entrando el ABS en acción solo en la parte final de la frenada y con suavidad, aunque en este caso, y tras varias frenadas intensas y repetidas, la maneta comienza a hundirse algo más de la cuenta.
Ergonómicamente nos topamos con una posición a los mandos claramente deportiva aunque sin ser tan radical como ir montado sobre una R1, de ahí que tenga más lógica para un uso en vías públicas. El asiento, situado a 825 mm del suelo, guarda cierta comodidad dentro de la rigidez esperada en una moto deportiva, pero igualmente tiene buen diseño tanto para movernos sobre ella como para sujetarnos correctamente en fuertes aceleraciones. Por contra, el pasajero, pese a ganar leventemente comodidad respecto a la R1, sigue contando con un asiento reducido y con los estribos muy elevados al estar soldados al subchasis.
Con todo ello, la MT-10 SP, nos ofrece un conjunto perfectamente equilibrado para disfrutar de la conducción deportiva tanto en carretera como en circuito, y esto es debido a que cuenta con todos los mecanismos para ser una modo fácil de conducir bien si queremos exprimirla al máximo en la pista, como si queremos conducir con algo más de cordura, teniendo en este último punto aliados como su bienvenido control de crucero o su consumo contenido de 6,5 litros cada 100 kilómetros.
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